- Por Joel Ochoa & Carlos Arango
Las redadas que ocurren habitualmente en distintas partes, principalmente en el centro de Los Ángeles, son ejecutadas por agentes federales del departamento DHS (Department of Homeland Security) y el FBI con el objetivo de sembrar terror entre la comunidad latina. Otra finalidad es mandar un mensaje al movimiento de ‘Ciudades Santuario’, que las detenciones y deportaciones expeditas seguirán escalando con o sin apoyo local. Las detenciones se llevan a cabo principalmente en centros laborales y son ejecutadas con uso excesivo de fuerza.
En un taller de costura, donde arrestaron entre treinta y cuarenta trabajadores (no hay números oficiales) participaron unos cien elementos todos encapuchados y mostrando las iniciales “DHS” o “FBI”, una media docena de vehículos blindados (bestias les dicen en México), camionetas blancas para transportar a los detenidos y un sinnúmero de carros sin insignias o placa de circulación. Todos los elementos portaban rifles de alto poder, pistola, canasteras de gas lacrimógeno y esposas.
Grupos de activistas, familiares y gente del pueblo se acercaron a tratar de brindar (o buscar) información en el caso de los familiares o sencillamente a encarar a los federales y tratar de evitar los arrestos. Y es aquí precisamente cuando uno de los principales líderes laborales de Los Ángeles, David Huerta, cuyo local de SEIU representa a 60 mil trabajadores, es empujado por un agente del DHS y al caer se golpea la cabeza contra el piso. Estando en el suelo y aturdido por el golpe cuatro agentes le caen encima, lo esposan y arrestan. David fue hospitalizado y después transportado a un centro de detención y se le presentaran cargos durante la semana. Los agentes terminaron con los arrestos y, una vez más, haciendo uso de fuerza formaron una caravana de vehículos misma que se extendía por cuadras, llevándose a los detenidos. Hubo resistencia tratando de detener la caravana (literalmente algunas personas se arrojaban al piso para detener los autos) durante todo su recorrido, pero al final los migrantes fueron llevados al centro de detención. La alcaldesa acompañada por el jefe de policía llegaron al lugar donde se dieron los enfrentamientos para deslindarse de lo sucedido. Ambos condenaron lo sucedido y denunciaron que nunca el gobierno federal les informó que harían redadas. Posteriormente grupos comunitarios, políticos y sindicatos dieron conferencia de prensa condenando lo ocurrido.
¿FENÓMENO DISTRACTOR?
Es claro que Trump está usando a los migrantes como distracción ante lo fallido de su política doméstica y global. De todas las promesas de campaña solo hay una en la cual aún cuenta con un nivel de aprobación significativo; y esa es precisamente su ataque contra los indocumentados. De acuerdo a diferentes encuestas, un 46% aún aprueba su política migratoria mientras que un 66% desaprueba su manejo de la economía y la política exterior. Lo que hemos visto debe alarmar a la población en general. No es posible una operación militar, la cual fue televisada para que todos fueran testigos, con agentes usando armamento y equipo de guerra sea permitido bajo la excusa de ir a detener a trabajadores quienes habían violado la ley. Si somos indiferentes ante tal situación, si no levantamos la voz o al menos mostremos algo de indignación, entonces esta sociedad tiene que prepararse para lo peor. Lo alentador es que hay condena de algunos sectores a lo ocurrido en el Centro de Los Ángeles. Es notable la postura del liderazgo estatal y local del movimiento laboral. También lo es la reacción de los jóvenes quienes una vez más salieron a defender sus padres, familia y comunidad. Pero se va a requerir más que eso. Tenemos que conjuntar fuerzas bajo un contexto de lucha de clases en la cual, identifiquemos claramente a ese uno por ciento, la clase de los súper ricos, como la causante de la enorme desigualdad social que nos afecta a todos. En todo el país se siguen esperando manifestaciones y desobediencia civil.
- El mismo el gobierno de Trump ordenó el uso del ejército para conducir estos operativos de “terror de estado”.