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    EDITORIAL: ¿MÁS LATINOS SE INCLINAN POR DONALD TRUMP?

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    Muchos sí, aunque digan que no. Públicamente prefieren no aceptarlo, para no comprometerse. Principalmente si son mexicanos y se ofendieron en el pasado con los feos comentarios de Donald Trump contra la comunidad mexicana, en su primera campaña presidencial.

    Pero ese posible resentimiento mexicano de rechazo por los insultos de Trump en aquel entonces, estoy seguro que hoy en día no influye demasiado. Y si aún existe, no pesa más que la molestia que sienten muchos de esos migrantes que han esperado por años, inclusive décadas, un Permiso de Trabajo que nunca les ha sido posible obtener. Y en los últimos meses, han visto con ojos de incredulidad y porque no decirlo, también celos, como miles de venezolanos que cruzan la frontera entre México y Estados Unidos llegan casi que con acceso directo e inmediato a ese “papelito”, que les permite trabajar legalmente en esta nación que todavía ofrece oportunidades.

    Un trato preferencial que es dado por las autoridades migratorias de los Estados Unidos, pero que no es culpa de los migrantes venezolanos, en su gran mayoría (entre otras nacionalidades) que simplemente aprovechan la oportunidad que les están concediendo. ¿A quién le dan pan que llore?
    Pero el tiempo ha pasado y las cosas han cambiado. Y han cambiado notoriamente. Esos celos hacia los recién llegados que porque: “si les dan”, pero “a nosotros no”, que llevamos esperando por tantos años, genera sin duda una división racial entre los mismos latinos. Cierto resentimiento. Un ambiente de que “se les ha tratado injusta e inequitativamente”. Un descontento y desazón ante lo que algunos califican como una medida desigual. Que para muchos divide, e incomoda.

    Y mientras tanto, en corrillos comunitarios, charlas de esquinas, paradas de autobús, pláticas de supermercado y reuniones entre amigos, se dice en voz baja, pero con alto convencimiento, que si Trump llega a la presidencia de Estados Unidos terminará con esa “alcahuetería”, ordenará la casa, pondrá equilibrio y equidad en la aplicación de las normas migratorias y respetará “la fila” de quienes pacientemente esperan una opción para iniciar su proceso legal de Permiso de Trabajo, con rumbo a una Residencia Legal, ya sea por medio de la tan esperada Reforma Migratoria, o por cualquiera otro camino que les permita legalizarse y trabajar en paz, sin miedos ni desigualdades.

    Aunque muchos no lo acepten. Y otros lo disimulen. Ese es el deseo de muchos migrantes latinos en Estados Unidos, que antes odiaban a Donald Trump, pero hoy lo ven como la mejor opción. La única persona que puede hacerles justicia. Justica ante tantos años de espera sin recibir la más mínima oportunidad. Oportunidad que otros reciben fácilmente cuando cruzan la frontera, se entregan, y son liberados a los pocos días, quedando con el camino abierto a una temprana legalización, y a un casi inmediato Permiso de Trabajo.

    • Así están las cosas en el ambiente migrante latino, al menos en Chicago y sus alrededores. Y muy seguramente, en casi todo el país.

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